jueves, 16 de febrero de 2012

Comentario sobre el texto sobre “Televisión subliminal”, a cargo de Natalia Bernabeu Morón*


Joan Ferrés en su libro “Televisión subliminal”, trata la forma en la que la televisión es capaz de condicionar la libertad humana. La exposición a la televisión, pone en peligro mitos arraigados en el subconsciente del ser humano como la misma libertad humana, la racionalidad para elaborar juicios, la consciencia y la percepción objetiva de la realidad.

El medio audiovisual genera un proceso de racionalización, mediante el cual se producen silogismos de pensamiento presentes y futuros a través de mecanismos inconscientes. Estos mecanismos producen juicios cercanos a los influidos por la pequeña pantalla.

La tesis principal del libro de Ferrés es que los espectadores ordenan sus percepciones de la realidad a través de la televisión. El término para englobar esta afirmación es el de percepción televisiva.

La televisión es un medio eminentemente social, por lo que posibilita efectos socializadores. El pensamiento no es racional, sino que se hace por asociación, por lo que podemos hablar de pensamiento asociativo. Además el pensamiento asociativo es totalmente inadvertido para el sufridor.

También el pensamiento tiene como cauce de entrada la transferencia, creando modelos y contextos. En dicha transferencia predomina la vía emotiva de comunicación, que se basa en el relato, con contenidos no explícitos y tiene más fuerza penetradora que la vía racional.

Podemos añadir a los puntos anteriores de la vía emotiva, la fascinación y la seducción que se anteponen al discurso ideológico. Este aspecto se impone por la focalización de la atención a determinados aspectos, el deslumbramiento, la primacía ante la racionalidad, predominando las emociones y la transferencia de una parte al todo, globalizando y reconstruyendo el pensamiento, gracias a un pensamiento primario.

La seducción por sí misma tiene un papel director en la dirección del pensamiento televisivo. En primer lugar, porque se centra en los elementos cercanos a la vida y a la muerte. En segundo lugar, utiliza estrategias formales para que su mensaje sea más disuasivo, como la música o la apariencia. Y en tercer lugar, la televisión ocupa el papel de “cuentacuentos”, ya que se basa en contar historias de fabulación y fantasía, que calan en el receptor. 

El medio televisivo en definitiva, modifica al espectador en su aspecto sensitivo y perceptor. Asimismo fomenta las actitudes narcisistas, pues cuando un ser humano ve la televisión, en realidad se está viendo a sí mismo o por lo menos modelos que le sirvan de ejemplo. 

Pese a todo lo anteriormente descrito, todos los efectos están matizados por la resistencia que tenga el individuo a recibirlos. El receptor que está siendo absorbido no es consciente de ello, pero el proceso y la velocidad de esta absorción, dependerá de los juicios racionales que sea capaz de hacer. 


Producción de programas informativos en televisión, 3º, 2012.

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