Joan
Ferrés en su libro “Televisión subliminal”,
trata la forma en la que la televisión es capaz de condicionar la libertad
humana. La exposición a la televisión, pone en peligro mitos arraigados en el
subconsciente del ser humano como la misma libertad humana, la racionalidad
para elaborar juicios, la consciencia y la percepción objetiva de la realidad.
El
medio audiovisual genera un proceso de racionalización, mediante el cual se
producen silogismos de pensamiento presentes y futuros a través de mecanismos
inconscientes. Estos mecanismos producen juicios cercanos a los influidos por
la pequeña pantalla.
La
tesis principal del libro de Ferrés es que los espectadores ordenan sus
percepciones de la realidad a través de la televisión. El término para englobar
esta afirmación es el de percepción televisiva.
La
televisión es un medio eminentemente social, por lo que posibilita efectos
socializadores. El pensamiento no es racional, sino que se hace por asociación,
por lo que podemos hablar de pensamiento asociativo. Además el pensamiento
asociativo es totalmente inadvertido para el sufridor.
También
el pensamiento tiene como cauce de entrada la transferencia, creando modelos y
contextos. En dicha transferencia predomina la vía emotiva de comunicación, que
se basa en el relato, con contenidos no explícitos y tiene más fuerza
penetradora que la vía racional.
Podemos
añadir a los puntos anteriores de la vía emotiva, la fascinación y la seducción
que se anteponen al discurso ideológico. Este aspecto se impone por la
focalización de la atención a determinados aspectos, el deslumbramiento, la
primacía ante la racionalidad, predominando las emociones y la transferencia de
una parte al todo, globalizando y reconstruyendo el pensamiento, gracias a un
pensamiento primario.
La
seducción por sí misma tiene un papel director en la dirección del pensamiento
televisivo. En primer lugar, porque se centra en los elementos cercanos a la
vida y a la muerte. En segundo lugar, utiliza estrategias formales para que su
mensaje sea más disuasivo, como la música o la apariencia. Y en tercer lugar,
la televisión ocupa el papel de “cuentacuentos”, ya que se basa en contar
historias de fabulación y fantasía, que calan en el receptor.
El
medio televisivo en definitiva, modifica al espectador en su aspecto sensitivo
y perceptor. Asimismo fomenta las actitudes narcisistas, pues cuando un ser
humano ve la televisión, en realidad se está viendo a sí mismo o por lo menos
modelos que le sirvan de ejemplo.
Pese
a todo lo anteriormente descrito, todos los efectos están matizados por la resistencia
que tenga el individuo a recibirlos. El receptor que está siendo absorbido no
es consciente de ello, pero el proceso y la velocidad de esta absorción,
dependerá de los juicios racionales que sea capaz de hacer.
* http://www.quadraquinta.org/referencias-bibliograficas/libroscomentados/television-subliminal.html
Producción de programas informativos en televisión, 3º, 2012.
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