martes, 12 de abril de 2011

Nuestra mirilla

Kapuscinski, el periodista de los pobres

R.V. - El apartamento que tengo alquilado es escenario de continuos robos. (…) Pero a un blanco no le resulta fácil vivir en un barrio africano. Los primeros en indignarse y protestar son los europeos. (…) Tampoco la parte africana contempla con entusiasmo mi idea. (…) La cuestión del agua, sin ir más lejos: hay que acarrearla desde la bomba, que está al otro extremo de la calle. Es trabajo de los niños. Las mujeres lo hacen a veces, pero los hombres, jamás. Y de repente ante el pozo, se planta un señor blanco haciendo cola junto con los niños”1. Este pasaje corresponde al libro “Ébano” y en él, el periodista polaco Ryszard Kapuscinski describe esta situación surrealista en Lagos (Nigeria). Por su forma de trabajar, vivió varias situaciones similares a lo largo de su carrera, pudiendo incluso perder la vida en el Congo, donde fue tomado por espía y en Nigeria, donde fue apaleado y robado por los rebeldes.

Esta es la carta de presentación de un periodista vocacional, único e imprescindible de consultar para conocer lo que fue el periodismo en el siglo XX. Pero a este trabajo que realizó durante décadas, unía la cercanía que mostraba a los jóvenes periodistas, de los cuales aseguraba que “están destinados a vencer por la sencilla razón de que son más jóvenes, y por eso mismo pertenecen a una época y una civilización en las que quien es más viejo, es ya incapaz de seguir su estela”2. Además enumera dos cualidades que debe tener un periodista y que son el lema principal de su carrera: sacrificio y estudio.

El periodista de los pobres
Riszard Kapuscinski nació en un barrio humilde de la ciudad de Pinsk el 4 de marzo de 1932. Aunque esta ciudad pertenecía a Polonia en aquel entonces, ahora es parte de Bielorrusia. Cursó estudios de historia del arte en la Universidad de Varsovia y fue militante del Partido Unido de los Trabajadores Polacos desde 1954 a 1981. En 1964 fue elegido por la Agencia de Prensa Polaca como único corresponsal en el extranjero y empezó a combinar su labor literaria con sus reportajes periodísticos. Sus trabajos y reportajes son aclamados por ser relatos sensibles a los más desfavorecidos del Tercer Mundo.
El periodista polaco ha observado y luego llevado al papel, algunos de los acontecimientos más importantes del siglo XX. Sus reportajes convertidos en libros, le han valido premios como el Príncipe de Asturias o el Premio Literario Elsa Morante. El 23 de enero de 2007 muere tras una grave enfermedad.

La carrera de Ryszard Kapuscinski es una alegoría a los pobres del planeta, claramente influenciado por su origen. Ha estado en cuatro continentes contando las calamidades del llamado sur del planeta. Recorrió África narrando los cambios producidos en el continente negro tras la época colonial, habló de las cortes de algunos líderes autoritarios como el Sha, Mohamed Reza Pahlevi o el emperador etíope Haile Selassie, estuvo en Latinoamérica viviendo de primera mano algunos acontecimientos como la muerte de Allende o la llamada “Guerra del fútbol” o recogió testimonios de los crímenes contra la humanidad en la URSS. Los más desfavorecidos fueron el centro de su interés periodístico pues como él mismo decía, no le interesaban los ricos.

Muchos fueron los conflictos descritos por el reportero polaco. La guerra del fútbol, entre Honduras y El Salvador, la guerra del Congo, la de Nigeria o la descolonización de Angola. Kapuscinski es un ejemplo de periodista de guerra en extinción, que vive a pie de las trincheras, que detesta los hoteles de periodistas y las oficinas con aire acondicionado, para contar la realidad de un conflicto armado.

En la misma línea asegura que el periodismo nunca puede ser un medio para hacerse rico. “Para eso ya hay otras profesiones que permiten ganar más dinero y mucho más rápidamente”3. Kapuscinski vivía con austeridad mientras realizaba sus reportajes y vivió sin grandes lujos en sus últimos años en Varsovia. Así lo describe el periodista mexicano Ricardo Cayuela Gally en julio de 2002: “Kapuscinski me recibe una soleada ma–ñana de junio en su estudio, un peque–ño ‡ático adjunto a su departamento del centro de Varsovia, el lugar de descanso y trabajo de un nómada infatigable, el escritor que ha sido definido como el úœltimo humanista y el mejor periodista del mundo”4. No son muchos los ejemplos de personas que tengan tanto amor a su profesión y no la utilicen como un trampolín para ganar dinero.

Un revolucionario, muchos ejemplos
Kapuscinski recorrió América Latina de punta a punta. Trabajaba para una agencia de noticias muy pobre y era el único corresponsal que se podía permitir el medio. Al primer país que llegó fue a Chile, cuyos hombres califica en un primer momento de amanerados. Sin embargo afirma que tras la muerte de Salvador Allende, ese amaneramiento se convirtió en crueldad suprema.

La guerra del fútbol, término actualmente extendido pero acuñado por primera vez por el escritor de Pinsk, fue una de las guerras más absurdas del siglo XX. A oídos del polaco llegó el rumor de que pronto iba a empezar la guerra entre Honduras y El Salvador. La eliminatoria futbolística, valedera para la clasificación del Mundial de México 70, fue la gran escusa. Honduras ganó 1-0 en su terreno, tras haber sido hostigados los jugadores salvadoreños durante la noche. Por esa “afrenta nacional” se suicidó la muchacha Amelia Bolaños con la pistola de su padre. El partido de vuelta en San Salvador fue la gran revancha de un país con ansias de espacio. La noche fue testigo de la salvaje presión hacia los hondureños. El Salvador ganó 3-0 a un equipo muerto de sueño.

El Salvador era un país con una necesidad enorme de ampliar su territorio, pues tenía una densidad de población muy alta. Su país vecino, Honduras, era un país mucho más grande y con menos cantidad de habitantes. A la expulsión de campesinos salvadoreños de Honduras, El Salvador buscaba una justificación para ampliar su territorio e impedir una revuelta de los campesinos sin tierra. Las catorce familias que gobiernan el país, fueron los grandes valedores de este ataque. Kapuscinski vivió el comienzo de la guerra en una Tegucigalpa a oscuras. Su empecinamiento le llevó a salir en medio de la oscuridad a enviar un telegrama a su agencia de noticias y aunque consiguió su objetivo, tuvo que dormir en la calle, ante la imposibilidad de volver a su hotel en una ciudad oscura y que no conocía. Luego partió a primera línea del frente y contó de primera mano el conflicto que duró seis días y dejó varias vidas humanas por el camino.

Pero el sino que marcó la historia latinoamericana del siglo XX, fue la del ejemplo del guerrillero Ernesto Che Guevara. Kapuscinski conoció in situ los movimientos revolucionarios de la región, con el guerrillero rosarino siempre como estandarte. Su libro “Cristo con un fusil al hombro”, narra en algunas de sus crónicas sus vivencias con distintos grupos subversivos. Según cuenta el periodista de Pinsk, Carlos Alonso pintó un cuadro donde se veía a un revolucionario con un fusil al hombro, con claro parecido a Jesucristo. Sin embargo no era ni Cristo ni el más famoso de los guerrilleros, el Ché Guevara, sino el sacerdote Camilo Torres. Este cuadro se convirtió en bandera libertaria en toda América Latina, siendo reprimido todo aquel que lo portaba en distintos países liberales y con dictaduras militares.

Otro pasaje que quedó pendiente de publicar en libro, pero vivida en Latinoamérica, fueron las vivencias de Mario Terán, el ejecutor último de Ernesto Che Guevara. El militar boliviano le asestó el último tiro al rosarino. Sin embargo, ese pasaje le marcaría la vida, pues después de este acto vivió atormentado. Acabó pegándose un tiro en la aldea boliviana Madre de Dios.

Un blanco sin afán de conquista
Así se podría describir la estancia de Riszard Kapuscinski en África. La historia africana está marcada por la dominación colonial. El polaco cubrió los procesos que se estaban dando cita en varios países del continente negro en la época postcolonial, con todo lo que tuvo de traumático y violento. Muchos blancos habían apaleado a negros y estos estaban comenzando la ofensiva5.

Kapuscinski se encontraba en el Congo en los días posteriores al asesinato de Patrice Lumumba, con dos periodistas checoslovacos. Un día al intentar ir a Correos para mandar un teletipo, se vieron rodeados de gendarmes descontrolados. Se dedicaban a apalear blancos, a los cuales consideraban culpables de la muerte de su líder Lumumba. Suerte que uno de los checos, Jarda, tenía como residencia El Cairo y Nasser era admirado en toda la África anticolonial.

Otra aventura fue la forma de llegar a El Congo. Al enterarse del conflicto, Kapuscinski pidió ser trasladado al país centroafricano. Pero no era tan fácil. Las fronteras estaban cerradas y penetrar en el país no era recomendable para los informadores. La agencia polaca le proporcionó un pasaje a Nigeria. A pesar de esta posibilidad, el aventurero reportero quería entrar como fuera en el Congo. Habían rumores de que un periodista checo quería entrar a través de Juba (Sudán), pasando por Jartum y partiendo de El Cairo. A través de Juba penetraría en Stanleyville por la selva. No se lo pensó y cambió el billete para ir a El Cairo y encontrarse allí con el que sería su compañero Jarda. A ellos se unió Dusan, otro periodista checo. En opinión de cualquier persona, se enfrentaría a una muerte segura.

Ghana fue otro país protagonista de los reportajes del polaco en África. Ghana se había independizado en 1957 y había surgido con fuerza la figura de Kwame Nkrumah, primer presidente del país. Nkrumah había estudiado en Estados Unidos e intentó llevar a cabo la teoría panafricana. Sin embargo un golpe militar lo consiguió echar del poder en 1966. La eterna historia africana de esos años. Kapuscinski vivió de cerca el período en el que Nkrumah estuvo en el poder. En Acra hizo varios amigos y la narración de sus vivencias son de una gran calidad literaria.

Nigeria, Argelia, Etiopía, Angola, Mozambique, Zanzíbar o Tanganica, fueron otros de los países desde donde el periodista polaco escribió sus crónicas, luego llevadas al papel. Estas historias están repartidas en varios libros de su bibliografía, siendo destacable “Ébano”, el libro de las vivencias de Kapuscinski sobre África por excelencia.

Un auténtico ejemplo
Kapuscinski es un ejemplo a seguir por varios compañeros de profesión. Pocos son los periodistas que no se han enganchado a un libro suyo o no han admirado sus historias en el corazón de la noticia.

El periodista canario Juan García Luján califica al polaco como “una referencia mundial del periodismo del siglo XX. Kapuscinski fue ese reportero que no se quedó en las moquetas”. Recomienda asimismo los libros “Ébano” y “Los cínicos no valen para este oficio”. Para el director de “El Correillo”, representa el periodismo mirando al protagonista a los ojos, que acude al terreno y que “no se queda en las oficinas de aire acondicionado de muchos periodistas que van a África en viajes subvencionados por la Cámara de Comercio”.

Ricardo Cayuela Gally, habla de la incidencia de dos letras a lo largo de su carrera. La erre, como motor del cambio, encarnado en las decenas de revoluciones, revueltas y rebeliones que cubrió durante su carrera. Por otra parte la ge, supone un sinónimo de sangre, pues Kapuscinski vivió más preocupado por las secuelas que deja la destrucción en la gente común, que en lo efímero de la noticia de última hora.

Hace unos años nació un portal de comunicación llamado Guinguinbali. Es un medio hecho desde Canarias y que abarca la actualidad de África, del modo como lo concebía Kapuscinski. Guinguinbali mira a los ojos a África, conociendo la realidad del continente a pie de noticia. Uno de sus creadores, José Naranjo, lleva años estudiando el fenómeno de la inmigración desde las dos vertientes: desde Canarias, los receptores y el territorio continental africano, los exportadores. Todo esto, aparte de abordarse en el medio y en su blog “Los invisibles”, se encuentra recogido en su libro “Cayucos”6.



1. KAPUSCINSKI, Riszard: Ébano, Anagrama, Barcelona, 2007, página 119-120.
2. KAPUSCINSKI, Riszard: Los cínicos no valen para este oficio, Anagrama, Barcelona, 2009, página 21.
3. KAPUSCINSKI, Riszard: Los cínicos no valen para este oficio, Anagrama, Barcelona, 2009, página 34.
5. KAPUSCINSKI, Riszard: La guerra del fútbol, Anagrama, Barcelona, 2008, página 72.
6. NARANJO, José: Cayucos, Debate, Madrid, 2006.

Historia del periodismo, 2º, 2011.

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