lunes, 9 de enero de 2012

Problemas y dilemas de la Opinión Pública


La Opinión Pública no está ni mucho menos, exenta de problemas y dilemas a su alrededor.  Como buena parte de las construcciones humanas colectivas, está sometida a designios, interpretaciones, cuestionamientos o dudas. Todos estos problemas y dilemas, han sido debidamente estudiados por varios investigadores

Los problemas a la hora de formar opinión

La Opinión Pública se enfrenta a tres grandes problemas que impiden la pureza del concepto:
  •  No todos los ciudadanos están formados de la misma manera. El acceso a la información por parte de los ciudadanos, no es igual en todos los casos. Hay ciudadanos más formados y otros más influenciados o influenciables, casi siempre por la falta de conocimiento sobre el tema. Por otro lado, otras personas directamente no tienen interés en temas que la opinión pública debate y discute o simplemente acepta. Para Walter Lippman, “muy pocos ciudadanos están preocupados por la política” y eso es algo muy nocivo para los participantes en una democracia y que se presuponen activos y formados políticamente. Sin embargo, no considero que la solución sea excluir su opinión en el debate público y en la formación de la opinión pública. Quizá sería mucho más certero formar libre y democráticamente a todos los habitantes, con un pensamiento libre y sin prejuicio. Uno de los primeros pasos para ello, es intentar acabar con la brecha digital, algo que limita el acceso a ese pensamiento, a través de lo que pasa día a día. Incluso se podría dar mucha más importancia a la superación efectiva de la brecha digital, que al acercamiento a los medios tradicionales. Los mass media cada vez están más desacreditados y piensan más en disuadir sobre sus tácticas comerciales, que en informar. Con respecto a este tema, el periodista Pascual Serrano, dice que “en el periodismo actual, existe impunidad para mentir”.[i]
  • ¿Orientación mayoritaria u opinión dominante? Es complicado superar esta disyuntiva. Pese a ello, es justo reconocer que es difícil adquirir una postura social sin que anteriormente haya un proceso de concienciación o influencia. Por lo tanto la opinión dominante se convierte en la “tiranía” de la que hablaba Tocqueville, pero a su vez lo mayoritario se convierte en excluyente del resto de opiniones. Esto da lugar a lo que Elizabeth Noelle-Neuman llamó “espiral del silencio”, mediante lo cual, las opiniones minoritarias quedan subyugadas a las mayoritarias y socialmente aceptadas. A propósito de esto, Karl Marx decía que “la opinión pública era la expresión de la opinión que quería disuadir la burguesía”, que como clase social más influyente, impone pensamientos y silogismos posteriores al resto de lo que se llama opinión pública. Por lo tanto, la opinión dominante asimilada por la mayoría, es un producto socialmente aceptado mediante influencia y disuasión, dejando marginado al resto de puntos de vista aunque puedan ser válidos.
  •  ¿Racional o emotivo-manipuladora? Como comentaba en el punto anterior, la persuasión es uno de los elementos principales para entender cómo se forma una opinión pública aceptada, tolerada y promocionada. Cuando un Gobierno, Ayuntamiento o cualquier institución o empresa, pone especial énfasis en un aspecto concreto, normalmente suele haber un interés en orientar la opinión del común de los individuos. Recordemos el empecinamiento del presidente de los Estados Unidos en denunciar las armas de destrucción masiva que supuestamente estaban en Irak. Pese a que luego se supo que no estaba constatado[ii] y se reconoció el error, ya ese bulo había convencido a algunos escépticos de la necesidad de arrebatarle las armas a Saddam Hussein. Por mucho que ahora parezca un aspecto que no pudo convencer a nadie, el elemento manipulador y la inculcación del deber velar por la seguridad, tuvo una importancia clave para que esa guerra finalmente se llevara a cabo y lo que es más importante, para que Bush consiguiera ser reelegido. Otro elemento importante en este apartado, es el uso de tópicos, medias verdades o conformismos por parte de los ciudadanos formadores de la opinión aceptada como general. Me he querido centrar en los tópicos socialmente reconocibles sobre inmigración, que infunden un pensamiento determinado. En primer lugar, se acepta socialmente que un país receptor de inmigrantes lo es porque ha progresado y estos inmigrantes llevan a cabo trabajos que los habitantes oriundos ya no quieren. Esto genera una posición de ventajismo con respecto a ese contingente humano que va en busca de una vida mejor. Además, promociona socialmente una actitud “limosnera” con otros seres humanos absolutamente iguales. En segundo lugar, se presenta la inmigración como “un problema”. En las encuestas del CIS sobre los principales problemas en el Estado Español[iii], observamos cómo, a pesar del descenso que ha sufrido tras la crisis económica, la inmigración lo considera un problema casi un 10%. En octubre de 2006 esa cifra se eleva al 49% de los encuestados. De todos estos tópicos y persuasiones, podemos concluir que la opinión pública es racional, pero no es inteligente. Quiero decir con esto que razona, sí, pero con los silogismos marcados y casi impuestos por la comunicación desde los estamentos interesados. Eso nos deja ante una opinión pública no propia, sino asimilada.

Respuesta a los principales dilemas

El ejercicio de la opinión pública nos reta a responder a diversos dilemas. La resolución de estas incógnitas, nos anteponen ante una postura determinada a la hora de encauzar una postura determinada:
  • ¿Suma de opiniones individuales o producto social distinto tras la interacción pública? Al igual como consideraba Blumer, la opinión pública se acerca más a un productor social distinto, tras la interacción social, que a una simple cuestión sumatoria. Es claramente reconocible la actitud diferenciada de un individuo en el ámbito social, frente a la forma de actuar que adquiere cuando se encuentra en la intimidad. Esa diferenciación hace que aunque reconozca diferencias de planteamiento, siempre toma la actitud socialmente aceptada, por esa interacción en el ámbito público.
  • ¿Influencia al Gobierno o el Gobierno como manipulador? Quizá esta sea una de las cuestiones que resulten más nocivas y deslegitimadoras del sistema democrático. Parece evidente el rol de manipulador que ha adquirido el Gobierno, frente a la poca influencia que recibe de la opinión pública. Como dice Habermas, las sociedades han perdido la labor crítica por una simple labor de aclamación. Claro ejemplo de esta actitud, es la severa y excluyente encrucijada a la que somete el bipartidismo en el Estado Español. Por un lado, los incondicionales de PP y PSOE, actúan como hinchas de un equipo de fútbol, mientras buena parte de la masa que se llama “indecisos”, solo se limita a fluctuar entre uno y otro. Esto no quiere decir que el Gobierno no se vea influenciado por la opinión pública, pero siempre yendo un pasito por detrás, a ver cómo fluctúan las cosas. Posteriormente llega otra prebenda y finalmente otra persuasión más fuerte por parte del Gobierno.
  • ¿Resultado agregado o resultado procesual de un discurso continuo mediante interacción? Esta es quizá la cuestión más peliaguda. Resulta evidente la simple y acrítica agregación de opiniones. El “papagayismo” de la opinión pública, se da principalmente cuando no hay elementos suficientes de juicio para valorar una determinada cuestión y es cuando se repite sin criterio lo que la mayoría expone o lo que los mass media inducen. Pero también es cierto el proceso que da el discurso tras la interacción social, aunque sea sin base crítica. Por lo tanto, si bien es aceptado el intercambio de opiniones en el ámbito social, también es cierto que producto de esta misma interacción, ya sea con semejantes o mediante el consumo de información de los medios de comunicación, se puede dar un resultado de agregación de opiniones, ya sea por puro seguidismo o por verse socialmente aceptado.



Sobre sondeos y pragmatismo inducido



Según Gallup “la opinión pública es lo que se mide a través de los sondeos”.  Y parece que esta opinión pública contestó en las encuestas lo que luego votó en las urnas. La encuesta del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) y publicada en Público, deja clara la tendencia de voto en la dirección que luego se dio el día de las Elecciones. El Partido Popular obtuvo 186 escaños, la mayoría absoluta que le vaticinaba la encuesta del CIS que le otorgaba entre 190-195 escaños. El PSOE también tuvo unos resultados por debajo de lo esperado, pues se quedó con 110 diputados, mientras el sondeo hablaba de cerca de 120. CIU estuvo por encima de las previsiones con 16 escaños, en contra de los 13 de la encuesta, al igual que Izquierda Unida (11 por 8), Amaiur (7 por 3), UPyD (5 por 3) y PNV (5 por 3). Exactamente los mismos resultados reales que en la muestra tienen CC-NC (2), ERC (3), BNG (2), COMP.-EQUO (1) y FAC (1). La formación que entró en el Parlamento y que no aparecía en las encuestas, fue GBAI (1).

Podemos sacar tres conclusiones de estos resultados electorales:
  1. 1. Era esperado el triunfo abultado del Partido Popular y el descenso del PSOE.
  2. 2. El bipartidismo expresado en las encuestas, no fue tan abrumador en los resultados finales. Parece evidente que los votantes de los dos partidos mayoritarios están orgullosos de sentirse de uno u otro partido y así lo expresan las encuestas.
  3. 3.  Hasta 11 escaños más que lo expresado por la encuesta, fue el rédito que obtuvieron distintas formaciones nacionalistas o de izquierda. ¿Espiral del silencio, decisiones de última hora o imprecisión de la encuesta?


La teoría posibilista ganó por abrumadora mayoría en relación a esta encuesta. Los que consideran que los sondeos suelen fracasar, en este caso no cuentan con argumentos de base para juzgarlo de esta manera. Los resultados, a pesar de las diferencias reales ya expuestas, se aproximaron mucho a lo que realmente quería demostrar: quién iba a ser el ganador y cómo el partido en el Gobierno iba a descender. Desde luego todo eso se plasmó.

Otro detalle interesante de analizar es cómo las encuestas pueden tener una influencia en el electorado. La corriente de opinión mayoritaria, era consciente desde la convocatoria de elecciones que el Partido Popular iba a ser el partido vencedor. De hecho las declaraciones del PP cuando se conoció la fecha del plebiscito, van en la dirección de la necesidad, sabiéndose de antemano ganadores. Todo este ambiente de “cambio” que se pedía desde la formación de Mariano Rajoy, influyó decisivamente en el ciudadano de a pie, tanto para las encuestas como para las elecciones.

Sabemos cómo funcionan las disyuntivas de los medios de comunicación de masas: todo es blanco o negro, Barcelona o Real Madrid, PP o PSOE, etc. La prensa es mayoritariamente afín a un partido u otro, con solo algunas excepciones a nivel autonómico o regional. La escala de grises no es fácil que vea la luz y ahí aparece la figura del “voto útil” para evitar la victoria del PP, para cambiar de Gobierno “a ver si la cosa cambia” o por cualquier otro pragmatismo inducido.

Capítulo aparte merece el colorido que ofrecerá en esta legislatura el Parlamento. Izquierda Unida parece haber recibido buena parte de los descontentos del PSOE, Amaiur aumenta la fuerza del nacionalismo en el País Vasco y Equo entra en las Cortes. Es difícil atribuir este aumento de las fuerzas más pequeñas, pero parece clara la influencia de las redes sociales y los medios de Internet, que han igualado en parte el impacto de los mass media y las desproporcionadas cifras gastadas por los más grandes en campaña electoral.

En definitiva podemos adjudicar un triple papel a las encuestas electorales: por un lado, el que parece lógico y normal, que es el de dar una aproximación a los resultados electorales. En segundo lugar, la prensa lo usa para orientar el voto, ya sea para evitar estos resultados o para generar un clima de victoria en la prensa afín. Y en última instancia, sirven para generar un ambiente previo a las elecciones, sean fidedignas, como este caso o erróneas.

(Participación en el foro)

Opinión Pública, 3º, 2011. 

El efecto tercera persona y las elecciones del 20-N




El efecto tercera persona se suele dar con mayor frecuencia en las personas con un nivel intelectual más alto. Suele suceder que muchos alumnos universitarios o personas políticamente activas, te hablan del efecto que produce la información en la ciudadanía. Sin embargo, se eximen de esta influencia, algo que no me parece del todo cierto, pues tod@s estamos influenciados por las informaciones de la prensa de mayor o menor medida.


Por ejemplo, con las recientes erupciones volcánicas en la isla de El Hierro, mucha gente en Gran Canaria (donde vivo), hablaba de cómo se le inculcaba miedo a los herreños con mucha información sobre lo que podría pasar como consecuencia de este fenómeno. Pese a esta crítica abierta, ellos se mostraban reacios a viajar a la isla de los bimbaches, ante mi postura de configurarme como abogado del diablo. ¿Cómo puede alguien pensar que los demás están más influenciados que él, cuando esa persona solo tiene noticias de la situación a través de los medios y toma la misma actitud que critica y que considera que están imponiendo? Es la contradicción en sí misma de este efecto tercera persona.

En los sucesos acaecidos entre el 11 y el 14 de marzo de 2004, vemos con una claridad meridiana la gran influencia de los medios para cambiar el rumbo de algo ya casi decidido. Los medios de la izquierda institucional, como SER o El País, se dedicaron a dar a conocer las mentiras del gobierno de la derecha, empecinada en adjudicar la autoría del atentado a una banda que a la vista de los acontecimientos, no participó. Por otro lado, los medios de la derecha, especialmente El Mundo, buscaban pruebas para culpar a ETA y denunciaban la violación de los afines al PSOE de la jornada de reflexión. En esta guerra abierta por la preeminencia en la información, los efectos han durado hasta mucho tiempo después, pues durante años El Mundo buscó pruebas para culpar a ETA de aquel atentado y declarar ilegítima la victoria de Zapatero. Por lo tanto, la revisión de lo que se observa en los medios de comunicación, que muchas veces se niega por parte de los sufridores del efecto tercera persona, en este caso se evidencia innegable.

En vista de las elecciones del 20-N, ya se ha iniciado desde hace mucho la guerra mediática. Mientras el PSOE está totalmente desprestigiado y es incluso criticado por la prensa afín, el PP se presenta a sí mismo como "el cambio", sin hacer casi propuestas electorales. A esto se une una especial beligerancia de la prensa de derechas, que en muchas ocasiones antepone la victoria del PP y la desacreditación del PSOE, al sentido común. Pero en los medios, ni siquiera el sentido común es universal.

Y eso lo demuestra la noticia que saltaba el pasado viernes: ETA dejaba la violencia armada. En principio este era el ansia de buena parte de la opinión pública y como no, de la prensa. Sin embargo el tratamiento es dispar, como podemos observar en los titulares de cada uno de los periódicos:

- EL PAÍS: "El fin del terror".
- ABC: "ETA ni se disuelve ni entrega las armas". Califica el gesto como "insuficiente".
- EL MUNDO: "ETA alardea de sus asesinatos y emplaza al gobierno a negociar".
- LA RAZÓN: "ETA cesa su actividad armada, sin entregar las armas". En la contraportada reproduce un recuerdo a las víctimas.
- LA VANGUARDIA: "ETA deja las armas". Sin embargo remarca que no entrega las armas.
- LA GACETA: "Mil asesinatos después, ETA ni se disuelve ni entrega las armas".
- EL PERIÓDICO DE CATALUNYA: "ETA claudica".
- PÚBLICO: "Agur, ETA".
- EL CORREO: "¡Por fin!: ETA anuncia el final de la violencia".

La disparidad de criterios a la hora de analizar un hecho como objetivo como es el final de la violencia por parte de un grupo armado, es más que evidente. Según mi punto de vista, la guerra de la información de cara a las elecciones del 20 de noviembre, se pone en marcha en este punto y con estos postulados sobre la mesa. La prensa de la izquierda institucional, pretende sacar rédito de esta consecución, mientras la prensa de derechas quiere que este gesto sea visto como insuficiente. Significativa es la afirmación del candidato del Partido Socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba: "En el PP hay sectores que llevan mal el fin de ETA".

En cualquiera de los casos, este hecho influirá en los votos de cara a las próximas elecciones generales de varias formas:

- El PSOE justifica su política de diálogo con la izquierda abertxale.
- El PP que siempre se ha querido erigir como el partido que más ataca a ETA, ve como durante el gobierno del PSOE es cuando se consigue el paso definitivo. Quizá los indecisos ataquen al Partido Popular su política intransigente con ETA o quizá valoren al PP como el tradicional baluarte de seguridad que suele tener la derecha.
- Bildu y en general el nacionalismo vasco, pero particularmente la izquierda abertxale, pueden verse beneficiados por el pequeño lavado de la imagen de violencia que se les había colocado, mientras duró la violencia armada.

El efecto tercera persona jugará un papel importante en lo que queda de campaña. Los sectores más preparados y críticos, negarán toda la influencia en ellos de lo que anteriormente he descrito, pero como seres humanos comunicativos, deberán aislarse si no quieren contagiarse de estas ideas. Empero, emprenderán un camino de crítica social por la percepción de que estos planteamientos inciden en la capacidad decisoria del común de los mortales.

(Participación en el foro de la asignatura).

Opinión Pública, 3º, 2011.

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