lunes, 11 de noviembre de 2013

Un niño pegado a un aparato de radio

Quién me lo iba a decir a mí cuando descubrí que pisando dos botones del radiocassette grababa mi voz, un hallazgo para mí casi mágico. Quién se lo diría a mi madre cuando grababa mis descoordinadas conversaciones con apenas dos años y a mi padre cuando me ponía la radio de madrugada para que calmara mi llanto, apenas siendo un lactante. Y lo conseguía. Quién iba a imaginar que los programas de radio que me entretenía en hacer las tardes de los domingos y las tongas de libretas donde hablaba de actualidad, de deporte, de la vida y de mí mismo, solo serían una premonición. Cómo iba a pensar mi padre que la declaración que le hice en mi tierna infancia no era solo un delirio infantil: "quiero ser periodista". Él me miró con incredulidad, pero al fin y al cabo él fue quien me descubrió la radio, el primer medio que me enganchó y el que más me gusta. 

Aparato de radio de mi bisabuelo. Mi padre la restauró en los años 90 colocándole un trozo de madera. Se calcula que tendrá unos 60 años.
El pasado viernes cuando me tocó presentar el Trabajo Fin de Grado, me puse a recordar. Me acordé de aquel niño imberbe que escribía en la revista del Instituto, la revista "Engánchate". En ella escribí un artículo sobre el consumismo con dos compañeros. Una frase del texto decía "porque uno vale más por lo que es, que por sus harapos". En otro número calificaba a Pinochet como genocida, una declaración para la que no hace falta ser erudito, pero yo lo acababa de descubrir. Me puse a pensar en la época del Bachillerato, en la que mi profesora de Educación Física me nombró cronista no oficial pero sí oficioso de los eventos del I.E.S. Juan Pulido Castro. En ese instituto había un profesor único. Era de religión y se llamaba Paco Bello. Leía con atención mis escritos en el tablón. Años después en La Garita le recordaría esa anécdota. Hice memoria y vi al muchacho de 17 años que se presentó en la ULPGC un 26 de septiembre de 2002. Quería estudiar Periodismo pero casi no me dieron información de dónde y cómo podía estudiarlo. Una Secretaria del Instituto me comentó que lo mejor es que hiciera el Primer Ciclo de una carrera y luego el Segundo Ciclo de Periodismo en la ULL. Elegí Historia. Ahora pienso que si no hubiera cursado esa carrera no sería el ser humano que soy, quizá no pensaría las cosas que pienso hoy y a lo mejor no hubiera conocido a las personas que conocí allí.

De mi mente rescaté algunas declaraciones negativas. Recordé aquella profesora que me dijo que la vida es una jungla y que había que dejar de pensar en pajaritos. Para ella pensar en pajaritos era estudiar letras. Me vi frente a una profesora de 4º de la ESO que afirmaba que estudiar no daba dinero, sino hacerse fontanero o directamente irse a trabajar a la construcción. Me gustaría verla ahora para pulsar lo que piensa ahora. Me fui al despacho de una profesora de Historia que me suspendía por enésima vez, esta vez con un examen aprobado. Aludía a que no podía ponerme la nota de la asistencia a clase porque faltaba los miércoles. Yo le comenté que trabajaba siempre ese día y ella se defendió asegurando que no había que acomodarse en el dinero fácil. Me faltó poco para invitarla a coger maletas en el Aeropuerto. También pasó por mi cabeza todas esas personas que al cambiarme a Periodismo me dijeron que estaba tirando un título para meterme en otra carrera. Cuatro años después creo que la vida me ha dado la razón y esas declaraciones han servido de aliciente.

Me paré en el verano de 2009, cuando tuve que mandar la matrícula dos veces a Madrid, cuando casi no me aceptan en la carrera. Pensé en la incertidumbre del principio. El método On Line es un sistema para valientes que no necesitan la vara de un profesor detrás suya, aunque virtualmente esa vara exista. Me fui a enero de 2010, cuando me presenté en una ciudad que no conocía y me dije: "qué hago aquí". Se me pasó por la cabeza todo lo que he aprendido, las inolvidables experiencias con unos compañeros que nunca olvidaré, la tensión previa a los exámenes, las risas en las prácticas de tele y radio, las peripecias para hacer los incontables trabajos que he realizado, las excursiones urbanas para entrevistar personas que vivían en la calle para un reportaje, la enriquecedora entrevista a Juan García Luján, la visita a Canarias 7, los programas de "Con la fuerza de un volcán", la gran experiencia de las prácticas en Canarias Radio... Siento parecer pesado y darle un aire demasiado idílico, pero sí, ha sido mágico. Cuando uno hace lo que siempre quiso hacer, se siente realizado.

Todavía me dio tiempo en mi presentación, mientras se cargaba el Power Point y el tribunal me miraba, a calcular lo que me ha costado la carrera con viajes a Madrid incluido. Seguramente si lo hubiera guardado tendría un coche deportivo. Que me vengan a hablar de educación pública y gratuita. Aunque parezca una incongruencia, pensé en los millones de maletas que he cogido en el Aeropuerto durante estos años. Gracias a esas maletas vivo, como y pago el alquiler, pero no quiero hacerlo toda la vida. Y para eso hay que tener tesón.

Mi cabeza estaba saturada de recuerdos, pero de repente se eliminaron los nervios. Vi al tribunal, me vi a mí en un reflejo en la ventana y me sentí crecido. Y quien me lo iba a decir cuando era un muchacho, quien me lo podía asegurar cuando pensaba en ese momento, lo primero que me dijeron fue "es usted periodista, se nota cuando escribe y cuando habla". Al principio fue un halago, pero era la introducción para decirme que era demasiado creativo, que había que ser más formal. Yo no entendí muy bien la escala de valores, pero en realidad no tiene importancia. Al final un 8. Graduado, licenciado o como se diga. En ese momento me di cuenta de que todo había merecido la pena, me convencí de que uno tiene que vivir como piensa, que tiene que luchar por sus metas. Porque la vida es mucho más que un trabajo de 2.000 euros y un chalet adosado. Mi trabajo versaba sobre la precarización de la profesión periodística, un tema polémico del cual asumo las consecuencias. El tribunal me dijo que era un trabajo "militante" y muy original, pero que era extraño licenciarse confirmando que el nicho laboral de una profesión está así de mal. Decía Kapuscinski que si alguien pretendía hacerse rico rápidamente debía hacerse médico o banquero y no periodista. Mi objetivo es simplemente vivir de lo que me gusta. Eso es ya una recompensa suficiente. 

Todavía me siento raro. "Raúl Vega, periodista". Pensé que nunca iba a llegar ese momento, pero llegó. Era mi sueño, mi vocación y mi ilusión. Y ha llegado. Porque luchar por tus sueños no es una locura, sino una necesidad. 

P.D.: Por supuesto, no puedo dejar de agradecer el apoyo de mi compañera Mónica Díaz. Ella me ha dado fuerzas cuando no las tenía y escuchó más veces la presentación que todos los tribunales del mundo. 


jueves, 5 de septiembre de 2013

Una travesía hasta Sietesitios

Los jóvenes periodistas debemos estar en continua formación. Esa es la única garantía de por lo menos estar en contacto con la profesión. Solo me falta por terminar el Trabajo Fin de Grado, actualmente en proceso de realización. Pero mientras, me apetece darme una vuelta por SieteSitios, una web destinada a reportajes sancochados a fuego lento, análisis y reflexiones fundamentadas. Allí me podrán leer desde este lunes 9 de septiembre. No será de actualización diaria, pero intentaremos actualizarla cada semana aproximadamente. Me acompañan personas relacionadas con la Historia, el activismo social y con muchas inquietudes. No se lo pueden perder.

martes, 18 de junio de 2013

¿Debe permanecer el periodista ajeno a las desgracias?

Documental "Reporteros y traumas"

Suele ser una reflexión común. Las noticias más seguidas, con más gancho y con más demanda, suelen incluir desgracias humanas. Pueden ser en forma de muertes, pero no necesariamente. El documental que acompaña esta entrada, muestra las vivencias de varios periodistas en el ejercicio de su profesión. Todos coinciden en apuntar que el profesional de la información no puede ser un individuo frío, que observe desde la distancia todo lo sucedido. Cada uno de ellos, de una forma u otra, narra cómo afectó a su vida las historias que fueron contando. Dura unos 18 minutos y merece la pena reflexionar sobre este tema.


domingo, 2 de junio de 2013

La octava estrella*



Más de 3500 personas reclaman la consideración de La Graciosa como la octava isla


Raúl Vega La Graciosa ya tiene el corazón curtido en la decepción de su invisibilidad. Siempre se habla de las siete islas canarias. Aquella octava isla que se encuentra en la región nororiental del Archipiélago y donde viven unos 660 habitantes, no parece merecer la consideración de la mayoría, ni social ni administrativamente. Habitantes por cierto, que forman parte del pueblo canario, al mismo nivel que los del resto de islas.


Incluso tienen que escuchar que se hable del hermano país de Venezuela como la octava isla. Venezuela, que por cierto, incluyó una estrella a su bandera en el año 2006, en homenaje a la región de Guyana y en honor del Libertador Simón Bolívar. ¿Por qué no agregar una estrella en nuestra bandera, nosotros también? Los gracioseros se han puesto en marcha y quieren ser considerados como la octava isla, la octava estrella. Para ello ya cuentan con más de 3000 firmas. El panorama no parece fácil, pero de todas formas poseen la fe y buena parte de la razón.
La Graciosa. Fuente: Wikipedia

Situación e historia
La Graciosa se encuentra al este del Archipiélago, concretamente al noroeste de Lanzarote. Tiene una superficie de 27 kilómetros cuadrados, separados de la isla de los volcanes por un estrecho denominado como “El Río”. La capital y núcleo más poblado es La Caleta del Sebo y el punto más alto de la isla se sitúa en Las Agujas, a 266 metros de altitud. 


Fue conquistada por Juan de Bethencourt en 1402. En los años 50, el gobernador García Escámez reparte tierras a unas sesenta familias para su cultivo en la isla, lo que supone el germen de la población actual. Actualmente depende administrativamente del municipio de Teguise, cuyos concejales eligen a una representante de la isla de La Graciosa. 


Ser tratada como una isla

Ese es el deseo de unas 3500 personas (900 en Internet y 2600 en papel), que ya han firmado a favor de que La Graciosa sea considerada la octava isla. Para ello habría que cambiar el Estatuto de Autonomía, que establece en su artículo 2 que Canarias se compone de siete islas y seis islotes. Con esta posible modificación, el Archipiélago se compondría de ocho islas y cinco islotes. 


En cuanto a la situación administrativa, los gracioseros no piden ni un Cabildo ni un municipio; la isla se convertiría en una pedanía, con un representante elegido por los poco menos de 700 habitantes. Actualmente hay un Consejo Ciudadano creado por el Ayuntamiento de Teguise, para el debate de las cuestiones que incumben a La Graciosa. Pese a ello, Miguel Páez, portavoz de la plataforma y persona que inició la recogida de firmas en change.org, recuerda que es “un órgano consultivo pero no vinculante”. 


Las firmas están previstas que sean entregadas por la representante de la isla en el Ayuntamiento de Teguise, Alicia Páez. De salida ya cuenta con el rechazo del alcalde del municipio conejero, Oswaldo Bethencourt y con la maza de la reforma de la Ley de Bases de Régimen Local, que pretende “evitar duplicidades” en las administraciones públicas. La modificación prevista por el Gobierno estatal, parece suponer un obstáculo a la realización del proyecto graciosero, aunque en este caso es difícil encontrar duplicidades, sino cambio de consideración administrativa para un gobierno más cercano.
Pegatina de la bandera canaria con ocho estrellas. Fuente: Punto Creativo.

Nueva estrella

Como demuestra la incorporación de la estrella en la bandera venezolana, un País debe ser solícito con las peticiones de sus habitantes. La situación de la Graciosa es a todas luces extraña: está poblada, está separada por mar de Lanzarote y reclama elegir a sus propios representantes. Actualmente los gracioseros y las gracioseras no tienen ningún poder legislativo sobre los problemas que les atañen. Su Gobierno se encuentra al otro lado del mar. Además, tienen que conformarse con verse reflejados en la estrella que representa a Lanzarote.


Sería sano para Canarias que La Graciosa tuviera consideración de isla. Y si mañana isla de Lobos o cualquier otro islote está poblado y reclama lo mismo, también. Un País moderno debe estar en constante movimiento. Claro que, la situación de dependencia de Canarias, no hace esperar demasiado pensamiento nacional. Es más, estamos más acostumbrados al cainismo. Pero la isla de La Graciosa, merece poseer la octava estrella. 

*Extraído del libreto de la IIª Ruta de los Alzados

jueves, 30 de mayo de 2013

Canarias por un día

Una chica espera sentada en un banco. Es 14 de febrero. Su novio lleva tiempo con sus cosas, sin hacerle caso, sin ganas de verse con ella, muy extraño, dejándola de lado en definitiva. Hoy la ha citado para colmarla de regalos, de besos, de canciones. Cada año hace lo mismo; se pasa los meses pensando en otras mujeres, diciendo que es libre, que le gusta pensar en ella como mujer de pertenencia, pero no como referencia. Con quien vive, a quién disfruta, pero una más. Su pareja piensa que tiene que vivir la vida, ser universal. Le gusta mucho viajar por otras mujeres. En todas ve detalles que le gusta, sin valorar especialmente a su novia, la que siempre está con él. La chica lo acepta, se asimila y ha aprendido a disfrutar de ese 14 de febrero.

Cambiemos el 14 de febrero por el 30 de mayo, pongamos en el papel del novio a algún canario que solo lo recuerda porque es 30 de mayo y hay que comer "pescao salao", carne de cochino o vino del país. Coloquemos en el papel de la novia a Canarias. Sustituyamos el sexo, si así lo desean, para no caer en el machismo militante, que cree que la mujer es un ser más frágil. Algo que no es verdad, por otra parte. Tenemos como resultado, la historia de un amor por un día. Como el Día de Canarias.
Mural con tema canario en el IES La Rocha (R.V.)

¿Celebrar o no celebrar?
En Canarias tenemos la extraña tendencia a buscar el respaldo externo para que nuestras celebraciones tengan "pedigrí". Nos tienen que decir que una celebración "atrae turismo" para que sea rentable. Para sacar las banderas, el traje de maúro (mago en Tenerife) y decir a voz viva que ser canario es un orgullo, tiene que mediar un Día de Canarias. Un día, por cierto, que por coincidencia de fecha celebra la firma del Pacto de Calatayud, o lo que es lo mismo la rendición de nuestro pueblo originario. También coincide con el 30 de mayo de 1982, día en que se puso en marcha el Estatuto de Autonomía. Un Estatuto con autonomía limitada y con mentores venidos de sectores pro franquistas. No cabe recordar el 30 de mayo, sin tener la memoria histórica de lo que pasó ese día.

Estos días previos al Día de Canarias, he leído con interés las reflexiones de Josemi Martín en Tamaimos y del periodista Enrique Bethencourt. Josemi alude desde el sarcasmo, a las distintas campañas organizadas por algunos colectivos sociales contra la celebración del Día de Canarias. Bethencourt se centra más en la dicotomía entre celebrar o no gastar en tiempos de crisis. Mi postura difiere de ellos, pero entiendo el mensaje. Porque a pesar de que el 30 de mayo no sea la fecha idónea, no deja de ser un día tan bueno como otro para reivindicar la canariedad. Porque igual que no comparto ser canario solo el 30 de mayo, tampoco voy a dejar de serlo y disfrutarlo este día porque Guanarteme haya firmado un papel en Calatayud o porque una representación del cacicato tradicional canario firmara un ruinoso Estatuto, acomodado a sus necesidades. 

Un encuentro
Los Días de Canarias, sirven por ejemplo para recordar el lugar donde vivimos. Pensamos mucho en lo que tenemos, pero poco en lo que somos, cómo sentimos y cómo nos expresamos. Para eso es un día único, por lo menos hasta que exista otro, que debe nacer. Además, los que hemos recorrido institutos en esta época para hacer murales con los alumnos sobre temas canarios o para compartir alguna charla, sabemos de la ocasión única para difundir una parte de nuestra forma de ser, para mostrar nuestros signos, a veces poco conocidos y para plantar una pequeña semilla de resistencia, ignorada completamente en los planes de estudio.

Mi receta es no olvidar que este día se celebra la derrota canaria. Como dice aquel viejo lema, ningún pueblo celebra su derrota, haya ocurrido hace 30, 100 o más de 500 años. Pero también, no olviden dónde estamos y quiénes somos. El encuentro con la tierra, no es solo un día sino todos los días. Pero todos los días, sin excepción.

lunes, 18 de febrero de 2013

La huelga de Iberia no ha hecho más que empezar


Despedir a casi 4000 trabajadores, no es una situación baladí. Más tras haber cancelado la huelga de hace unos meses para no afectar los vuelos en Navidad. Ni ese gesto, ni aceptar flexibilidad horaria, ni tolerar una reducción salarial, ni siquiera proponer la congelación de sueldos. A Iberia, quiero decir “Briteria”, no le vale. La sombra de la British Airways es muy alargada. Tuve la oportunidad de cubrir para Canarias Radio La Autonómica el primer día de huelga desde el Aeropuerto de Gran Canaria. Eso unido a mi experiencia de más de ocho años como trabajador del Aeropuerto y haber sufrido un ERE hace escasos meses, creo que me legitima para aportar algunas reflexiones. 

La huelga de Iberia cumple el 100% de los servicios mínimos para los vuelos con origen y destino en Canarias. A esto se suma el 50% de los internacionales porque somos un lugar con mucha afluencia turística. La compañía sí es verdad que canceló algunos vuelos, pero hoy en el Aeropuerto de Gran Canaria están previstas 269 operaciones para todo el día. Y les puedo asegurar que tal cantidad de movimientos no hacen demérito con los de un lunes normal. Sumamos a esto, que Iberia, en palabras del Delegado Sindical de USO Pedro Ríos, puso mucho más personal del necesario para cubrir este trabajo. Al lado de los trabajadores, muchos de ellos con contratos eventuales y bajo amenaza de no volverlos a llamar, un grupo de agentes de la Guardia Civil fija su mirada en ellos. Pero Ríos aporta dos datos más: las presiones de los Jefes de Servicio y la propuesta, casi obligación de realizar horas perentorias. Una hora perentoria es como una hora extra, pero se puede elegir a pagar o a recuperar en libranza. Cada hora es compensada con una hora y cuarenta y cinco minutos, en caso de disfrutarla con tiempo. En caso de cobro son más baratas para la empresa que una extra, si tiene la “bondad” de pagarla. Pero la diferencia más importante es que son obligatorias por circunstancias de producción. Sin embargo no parece tener mucho sentido su disposición un día de huelga, cuando además la empresa asegura que sobran trabajadores. 

A esta situación de obligación se une el endémico problema del desprecio al derecho a huelga. Es cómico, a la par que patético, imaginar a un empleado de Bankia quejándose de la huelga de Iberia. Al siguiente día por la mañana, un empleado de Iberia se queja en una sucursal del banco sobre el paro de sus trabajadores. El capitalismo funciona así; el derecho más importante es el de consumir, el de ser cliente, no el de ser trabajador. Aquello de “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”, parece no tener predicamento. Algunos medios de comunicación se centran en las pérdidas que deja la huelga, en los retrasos, en las colas o en los prejuicios al sector turístico. Pero un grupo de trabajadores está al borde del despido, con una macabra cuenta atrás que se le ha venido en llamar Expediente de Regulación de Empleo. Algunos sindicalistas y trabajadores de Iberia me contaban que ahora ellos son los malos, pero están dispuestos a llegar al tipo de movilización que sea para conservar sus puestos de trabajo.
Dentro de esas cifras sobre pérdidas económicas que puede generar la huelga, se habla de una previsión de casi 100 millones de pérdidas. Pero nadie o casi nadie habla de que con un Gobierno tan folclóricamente nacionalista, no se protege a una empresa española, cuando a otras como Repsol las idolatra. No voy a ser yo quien defienda este tipo de empresas por dos razones: primero porque no me tira defender la “roja” y sus productos nacionales y segundo porque Iberia dejó de ser un problema cuando se privatizó, por lo que la defensa no iría hacia lo público, sino hacia lo privado. Y los ricos por mucho que cacareen y se den golpes en el pecho, han demostrado que no tienen más patria que el dinero. Pese a todas estas apreciaciones, lo cierto es que antes de la fusión-absorción de British Airways e Iberia, la británica tenía pérdidas y la española ganancias. Dos años después es al revés y el proceso de desaparición de Iberia parece imparable. Mucho Cid Campeador en el Ejecutivo, pero nadie discute la lógica del sistema económico.

En conclusión, ni presiones, ni descrédito de la huelga, ni proceso de desaparición de Iberia, parecen importantes cuando un grupo de trabajadores están al borde de la picota. La lógica económica dice que caer en el pozo del desempleo es entrar en un terreno muy angosto y difícil. La misma lógica nos ha convertido incrédulos ante los llantos de los empresarios de grandes corporaciones cuando hablan de pérdidas. Y esta misma dinámica nos ha enseñado que si unos pueden cobrar sobres, nacionalizar los “activos tóxicos” de los bancos y decretar el despido más barato, los afectados están legitimados para usar toda la presión posible para conservar su nómina mensual, su estabilidad económica y su propia supervivencia. Porque esto ya no se lo cree nadie y los trabajadores de Iberia se han cansado de las promesas de supuesta buena voluntad.

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