R.V.- Eran aproximadamente las 22:00 del sábado 13 de noviembre y los alrededores del Parque Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria estaban llenos de gente de todas las edades y todas las nacionalidades. Unos hacían juegos malabares, otros conversaban, otros bebían cerveza y algunos se encontraban un poco perdidos. Pero todas y todos estaban unidos por una misma cosa: el WOMAD (World of Music, Arts and Dance).
Unos daban una vuelta, compraban en los puestos de artesanía o se veían con los amigos. Otros en cambio esperaban el concierto que se iba a dar pronto en el escenario Boulevard, situado frente al Museo Elder. En ese lugar iba a tocar en unos quince minutos el grupo de origen tuareg Terakaft. Uno de los rasgos principales del WOMAD es la libertad. La oferta durante los tres días que dura, es amplia y sobretodo multiétnica. Las formas de pensar y de actuar de los asistentes difieren en función de su pensamiento o su cultura, pero todas y todos se toleran en el interés común de pasar un buen rato.
Como estaba anunciado, Terakaft saltó al escenario a las 22:15 de la noche, cuando ya todo el público estaba reunido frente al escenario. Dicen los componentes del grupo que cambiaron “el Kalashnikov por la guitarra, porque es un arma más efectiva”. Al escuchar las primeras notas del concierto, nadie dudaría de esa afirmación. Hacen una mezcla de blues con ritmos africanos y un poco de rock. Es una música pegadiza y las comparaciones con otros grupos tuaregs como Toumast o Tinariwen, son inevitables, máxime cuando los dos grupos anteriormente mencionados, fueron invitados en las dos últimas ediciones del festival en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.
El empacho de grupos tuaregs, ha ayudado a entender esa música a los habituales de este evento. Además es llamativo y novedoso ver tantos colores entre el público asistente. África es el continente del colorido y prueba fehaciente es ver un concierto de un grupo africano. Eso se une al sentimiento africanista de algunos canarios, que se sienten identificados culturalmente y étnicamente con un continente que está a menos de 100 kilómetros de distancia.
Banderas amazigh (que representa a los pueblos de origen bereber, entre ellos Canarias), saharauis, rastas o canarias, se mezclaban entre un público igual de heterogéneo en cuanto a su procedencia. Los acontecimientos que estaban sucediendo en el Sáhara, no pasaron inadvertidos para el público, que grito varias veces “Sáhara libre”. El grupo tuareg gritó igualmente a favor del pueblo saharaui y colocó una bandera del país norteafricano salida de entre el público, encima de uno de los micrófonos. Esto provocó el delirio de los asistentes que gritaron con más fuerza.
A eso de las 23:30 terminó el concierto, gritando de nuevo a favor del Sáhara y esta vez también a favor del pueblo tuareg, un contingente de personas de una misma etnia, encerrados en cuatro países distintos. Las fronteras trazadas con escuadra y cartabón por parte de los colonizadores europeos, generaba problemas como éstos. Sin embargo el pueblo africano sigue resistiendo a esos problemas. Y lo hace con música y colorido.
Géneros informativos e interpretativos en prensa, 1º, 2010.
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