Quién me lo iba a decir a mí cuando descubrí que pisando dos botones del radiocassette grababa mi voz, un hallazgo para mí casi mágico. Quién se lo diría a mi madre cuando grababa mis descoordinadas conversaciones con apenas dos años y a mi padre cuando me ponía la radio de madrugada para que calmara mi llanto, apenas siendo un lactante. Y lo conseguía. Quién iba a imaginar que los programas de radio que me entretenía en hacer las tardes de los domingos y las tongas de libretas donde hablaba de actualidad, de deporte, de la vida y de mí mismo, solo serían una premonición. Cómo iba a pensar mi padre que la declaración que le hice en mi tierna infancia no era solo un delirio infantil: "quiero ser periodista". Él me miró con incredulidad, pero al fin y al cabo él fue quien me descubrió la radio, el primer medio que me enganchó y el que más me gusta.
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Aparato de radio de mi bisabuelo. Mi padre la restauró en los años 90 colocándole un trozo de madera. Se calcula que tendrá unos 60 años. |
El pasado viernes cuando me tocó presentar el Trabajo Fin de Grado, me puse a recordar. Me acordé de aquel niño imberbe que escribía en la revista del Instituto, la revista "Engánchate". En ella escribí un artículo sobre el consumismo con dos compañeros. Una frase del texto decía "porque uno vale más por lo que es, que por sus harapos". En otro número calificaba a Pinochet como genocida, una declaración para la que no hace falta ser erudito, pero yo lo acababa de descubrir. Me puse a pensar en la época del Bachillerato, en la que mi profesora de Educación Física me nombró cronista no oficial pero sí oficioso de los eventos del I.E.S. Juan Pulido Castro. En ese instituto había un profesor único. Era de religión y se llamaba Paco Bello. Leía con atención mis escritos en el tablón. Años después en La Garita le recordaría esa anécdota. Hice memoria y vi al muchacho de 17 años que se presentó en la ULPGC un 26 de septiembre de 2002. Quería estudiar Periodismo pero casi no me dieron información de dónde y cómo podía estudiarlo. Una Secretaria del Instituto me comentó que lo mejor es que hiciera el Primer Ciclo de una carrera y luego el Segundo Ciclo de Periodismo en la ULL. Elegí Historia. Ahora pienso que si no hubiera cursado esa carrera no sería el ser humano que soy, quizá no pensaría las cosas que pienso hoy y a lo mejor no hubiera conocido a las personas que conocí allí.
De mi mente rescaté algunas declaraciones negativas. Recordé aquella profesora que me dijo que la vida es una jungla y que había que dejar de pensar en pajaritos. Para ella pensar en pajaritos era estudiar letras. Me vi frente a una profesora de 4º de la ESO que afirmaba que estudiar no daba dinero, sino hacerse fontanero o directamente irse a trabajar a la construcción. Me gustaría verla ahora para pulsar lo que piensa ahora. Me fui al despacho de una profesora de Historia que me suspendía por enésima vez, esta vez con un examen aprobado. Aludía a que no podía ponerme la nota de la asistencia a clase porque faltaba los miércoles. Yo le comenté que trabajaba siempre ese día y ella se defendió asegurando que no había que acomodarse en el dinero fácil. Me faltó poco para invitarla a coger maletas en el Aeropuerto. También pasó por mi cabeza todas esas personas que al cambiarme a Periodismo me dijeron que estaba tirando un título para meterme en otra carrera. Cuatro años después creo que la vida me ha dado la razón y esas declaraciones han servido de aliciente.
Me paré en el verano de 2009, cuando tuve que mandar la matrícula dos veces a Madrid, cuando casi no me aceptan en la carrera. Pensé en la incertidumbre del principio. El método On Line es un sistema para valientes que no necesitan la vara de un profesor detrás suya, aunque virtualmente esa vara exista. Me fui a enero de 2010, cuando me presenté en una ciudad que no conocía y me dije: "qué hago aquí". Se me pasó por la cabeza todo lo que he aprendido, las inolvidables experiencias con unos compañeros que nunca olvidaré, la tensión previa a los exámenes, las risas en las prácticas de tele y radio, las peripecias para hacer los incontables trabajos que he realizado, las excursiones urbanas para entrevistar personas que vivían en la calle para un reportaje, la enriquecedora entrevista a Juan García Luján, la visita a Canarias 7, los programas de "Con la fuerza de un volcán", la gran experiencia de las prácticas en Canarias Radio... Siento parecer pesado y darle un aire demasiado idílico, pero sí, ha sido mágico. Cuando uno hace lo que siempre quiso hacer, se siente realizado.
Todavía me dio tiempo en mi presentación, mientras se cargaba el Power Point y el tribunal me miraba, a calcular lo que me ha costado la carrera con viajes a Madrid incluido. Seguramente si lo hubiera guardado tendría un coche deportivo. Que me vengan a hablar de educación pública y gratuita. Aunque parezca una incongruencia, pensé en los millones de maletas que he cogido en el Aeropuerto durante estos años. Gracias a esas maletas vivo, como y pago el alquiler, pero no quiero hacerlo toda la vida. Y para eso hay que tener tesón.
Mi cabeza estaba saturada de recuerdos, pero de repente se eliminaron los nervios. Vi al tribunal, me vi a mí en un reflejo en la ventana y me sentí crecido. Y quien me lo iba a decir cuando era un muchacho, quien me lo podía asegurar cuando pensaba en ese momento, lo primero que me dijeron fue "es usted periodista, se nota cuando escribe y cuando habla". Al principio fue un halago, pero era la introducción para decirme que era demasiado creativo, que había que ser más formal. Yo no entendí muy bien la escala de valores, pero en realidad no tiene importancia. Al final un 8. Graduado, licenciado o como se diga. En ese momento me di cuenta de que todo había merecido la pena, me convencí de que uno tiene que vivir como piensa, que tiene que luchar por sus metas. Porque la vida es mucho más que un trabajo de 2.000 euros y un chalet adosado. Mi trabajo versaba sobre la precarización de la profesión periodística, un tema polémico del cual asumo las consecuencias. El tribunal me dijo que era un trabajo "militante" y muy original, pero que era extraño licenciarse confirmando que el nicho laboral de una profesión está así de mal. Decía Kapuscinski que si alguien pretendía hacerse rico rápidamente debía hacerse médico o banquero y no periodista. Mi objetivo es simplemente vivir de lo que me gusta. Eso es ya una recompensa suficiente.
Todavía me siento raro. "Raúl Vega, periodista". Pensé que nunca iba a llegar ese momento, pero llegó. Era mi sueño, mi vocación y mi ilusión. Y ha llegado. Porque luchar por tus sueños no es una locura, sino una necesidad.
P.D.: Por supuesto, no puedo dejar de agradecer el apoyo de mi compañera Mónica Díaz. Ella me ha dado fuerzas cuando no las tenía y escuchó más veces la presentación que todos los tribunales del mundo.